Monday 29 December 2008

Limbos vespertinos




Hoy mi tío me ha hablado de mis escritos. Del periódico, de dos reportajes míos. En uno de ellos describía la entrada y salida de trabajadores en la fábrica de Ford, en Almussafes. Comenzaba así: "Son las 5.30. Cambio de turno en la factoría. Es viernes y aún es noche cerrada, una hilera interminable de autobuses avanza por el aparcamiento...". Es curioso cómo, sin hablar de las luces anaranjadas de las farolas alámbricas que casi tocan el cielo, y de los destellos de los focos de las rutas, el lector imagine más allá. Se llama sugestión... y es algo que me cuesta alcanzar en el cara a cara y por escrito una vez me conoces bien. Mi profesora de escritura Creativa, Candela, solía decir -y mis compañeros lo corroboraban- que no se me da mal pintar paisajes.

Hoy cogí el bus. [Esto podría ser una segunda parte de las crónicas de vagones y mazmorras] que dejaron de publicarse. Y varios pensamientos que cruzaron como estrellas fugaces se perdieron en el asfalto. Porque su hábitat no es la jungla urbana, ni las bolsas que salen del corte inglés de princesa... A pesar de que ninguno fue salvado con bolígrafo, sí se me cruzó por la cabeza la teoría de que cualquier persona puede escribir un libro, y cualquiera de estos pensamientos que cruzan mi cabeza puede convertirse en un argumento. Argumento que acabará clasificado como materia y subgénero cogiendo polvo en cualquier estantería, si no lleva detrás una campaña que apueste por garantizarse tener una veintena de ejemplares entre "recomendados". [Me dijo mi compañera Mónica, colega de planta las navidades pasadas, que hubo un librero de Gran Vía que escribió un libro sobre sus anécdotas en la tienda... tengo que echarle un ojo, yo empiezo a compilarlas estos días] Hoy he recolectado un par de argumentos que podrían ser carne de cañón para estos oportunistas. Por eso, para reforzar la idea de que los frascos guardan la esencia mejor y más pura cuanto más pequeños... os los paso a contar.

Teresa (Alicia la Maga) me dijo en uno de nuestros encuentros de tanto en tanto, con vino de por medio y velas, y gente divertida... que Parménides ganó a Heráclito. Yo sigo pensando que no fue así. Aunque me convenció -bastante- cuando me habló de la filosofía oriental de dejar todo fluir, y la heraclitiana de superponer objetivos y ponérselos como meta. Sí. O sí. Pero cada día más, más lugares confirman que en las ciudades también todo cambia. Me fijé en los restaurantes y cafeterías, en las tiendas que eran bancos y en los videoclubs que son ahora centros de belleza. Pensé que alguien podría escribir sobre ello... uno de estos libros de Gestión2000 ó Garnica... por ejemplo. Pensé en que la cafetería donde nos conocimos cerró. Cambió de nombre. Pero no de actividad. Alameda ya no existe. Y que el café donde estuvimos con tu madre... el Coronita Lounge es ahora un Starbucks. Como todos. Y me dio pena... pero entendí que aquello ejemplificaba las transiciones y las convulsiones que vivo. A ritmo de ciudad. Lato. Latimos...

A pesar de que hoy pintaba ser un día más... ha tenido montaña rusa de todo tipo. Ha habido curro, mocos, pañuelos, clientes agradables, insoportables... pero en la librería hoy me quedo con que un chico que ayer no dio con su libro... que al salir de la tienda yo localicé... ¡ha vuelto hoy a por él! casi le doy un abrazo de la emoción, por ser constante y seguir sus corazonadas! El final del día pintaba como una curva hacia abajo, sin frenos... pero un sms sorpresa y una visita sorpresa rodeada de virus me ha hecho sonreír un buen rato. La llamada de mi tío, a media tarde, y confirmando que vendría [por cierto, V, acabo de acordarme, que un día que salí a cenar con albert, un amigo del máster, vimos unas zapatillas colgadas en un cable que unía dos edificios... me acorde de ti] a la cena de Reyes, y palabras de ánimo y visitas programadas a decathlon para hacerme con unas buenas botas de montaña... han hecho el resto. Y el caso es que contándome cómo veía mi reportaje sobre Ford... me habló de las madrugadas... de esas horas mágicas y eléctricas... de esos paisajes que sólo existen para las personas que los viven. Autómatas. Ojos que no se dirigen ni una palabra. Alzacuellos. Bufandas. Manos agarrando abrigos, muy fuerte... contra el pecho. Y luces. Muchas luces especiales y ténues. Amarillas. Anaranjadas. Y boca pastosa... "es el mundo que existe para los que están despiertos. Sólo para ellos. Y es un universo único y que sólo se vive en la mente. En realidad es como si no existiera. Porque nosotros dormimos... y no existimos aunque respiremos"...

Y con esa frase me quedo hoy


Sunday 28 December 2008

paisaje suburbano babélico


Hoy he comprado el periódico -apenas había tenido que dar dinero por tenerlo este año- y he venido leyendo a Muñoz Molina. Os dejo un link al ensayo en cuestión.

He ido al trabajo leyendo Babelia... leyendo los mejores libros del año según los críticos y colaboradores del diario (Ayuda. Me venía bien para saber qué puedo recomendar en la librería donde trabajo estos días) y deleitándome con el número... y al llegar a "Prosa Caminada" me he parado.

En los últimos meses mi medio de trasporte ha sido mi propio coche. Ganaba tiempo, horas de sueño y cobertura en la radio a cambio de dejar de mirar y de cruzarme con la gente. A pesar de que me escondo detrás de García Márquez estos días y me dejo llevar por los aleatorios del itouch para regalarle pensamientos a la moleskine, no puedo evitar cerrar el libro y quitarme los cascos -que caen por encima de mi enorme bufanda azul [por fin llegó el fío, ya era hora!!!!]- para ver, escuchar y deducir más allá. El otro día, sin ir más lejos, me ofrecí a ayudar a un padre y sus dos hijas a llegar a Chamartín. "Yo voy para allá, vamos juntos", les dije. Ellos me agradecieron mi amabilidad y empezamos a conversar. Era el día de nochebuena. Las cuatro y pico de la tarde. Venían de Lima. (Yo de pasar varias horas de pie vendiendo libros) Él abogado. Ellas, "las bebitas", estudiantes de Ingeniería industrial, "es una chica de números, le parece una carrera fácil" y la otra, la menor, de derecho, "pero quiero ser periodista" me regalaron millones de sonrisas mientras acotaban la explicación de su padre, que contaba que gracias al Europass, y dado que tienen tres meses de vacaciones -en latinoamérica ahora es verano- estaban recorriendo Europa. "Y ahora se van a Chicago", me contaba... y me decía que Madrid había cambiado mucho y que le encantaba y que querían llegar a Salamanca porque se habían quedado sin tren para poner fin a su viaje en la bella Lisboa. Finalmente llegamos a Chamartín... yo seguí un par de estaciones más arriba. Me arrepentí de no haberles acompañado al andén para asegurarme de que esta vez sí, pudieran pasar la nochebuena juntos y alejados de los trenes. También lamenté no haberles dado mi dirección de email. Pero como mi amigo Nico sabiamente dijo una vez "no me despido de ti porque la vida volverá a cruzar nuestros caminos" (aún así, el boxeador lloró un poquito aquel día)...

El caso es que esta historia no hubiera ocurrido, yo no habría sentido aquella explosion de ternura ni habría sonreído con tantas ganas al verles marcharse queriéndose tanto... si no hubiera mirado en su dirección, si no fuera una grabadora de sonidos e imágenes, si hubiera mirado los carteles de las líneas 10 y 3 en Plaza de España... en vez de mirarles a ellos. Me gustó vivir eso. Me di cuenta de que echaba de menos viajar en metro.

Así que esta mañana, me he comprado el periódico, y con Pereza y ganas, he leído cada línea varias veces y releído el texto una vez acabado. Me he acordado de que Muñoz Molina cayó en Comentario de Texto cuando yo hice selectividad en 2001. Que hice COU, que tenía ganas de ser periodista y que por uno de sus textos, años antes, me decidí a querer contar. Fue con un cuento sobre la inmensidad de la tierra. Un ensayo publicado en El País Semanal sobre lo insignificantes que somos, que es nuestra vida; tanto como lo es un granito de arena a la inmensidad de la arena de la orilla... e incluso tanto como un puñado de arena en una mano. Aquel texto me caló, me hizo pensar... y me gustó porque, tan niña que me sentía entonces, creí empatizar con aquel escritor. Me vi reflejada en sus palabras. Hoy he tenido una sensación equiparable... y el autor, era el mismo...

Me he deleitado con lo que contaba; he vuelto a caer en el...: "ójala hubiera sabido yo contarlo tan bien..." y me mirado la foto que lo ilustraba. No podía ser más perfecta. De un amigo y compañero -Anxo Iglesias- que daba luz y movimiento al pincel de Molina contándome mis paseos. Así que mañana, que también trabajo, volveré a buscar historias de prosa caminada. Por eso esta tarde he decidido ir a hacerme lentillas. Para no perderme nada.

Y estoy contenta porque he cenado en un tatami japonés con la pandilla, aunque ha vuelto la alergia y no puedo respirar...
Y quiero compartir con la esfera la ilustración de "un paisaje balcánico pintado con té"

Tuesday 23 December 2008


sobreescribir para sobrevivir 26.280 horas y liberarse


He anotado un par de cosas en la moleskine.
Negra.

Llena de líneas torcidas por el vaivén del transporte público lleno de luces.
Es una continuación a la teoría de "... redescubrir lugares a distinta temperatura y luz".

La he bautizado como "terapia de choque por las calles de Madrid". No tiene nada que ver con la canción de Quique y Rebeca... aunque pensar en su historia me sirve para esta terapia de choque: para no(sobre)vivir comparando.

Hace pocas semanas me quejaba de todas las horas, de todas las calles y de todos los momentos que contienen 36 meses. 1.095 días.
Más un día... año bisiesto (2008)= 1.096, 26 de noviembre.
Fecha de la Primera Cruzada. Paradojas.

- "No he salido a la calle con una venda". Le dije.
- "No lo dudo"... me contestó él
- "Todas las calles y todas las esquinas contienen conversaciones que mi memoria compila en frascos que no consigo romper".
Y miré por la ventana del coche, mientras avanzaban como un cocodrilo de asfalto, las calles aledañas a Miguel Yuste.

La terapia de choque por las calles de Madrid consiste en la creencia de que -dado que algunos frascos de lluvia son irrompibles- se deben sobreescribir recuerdos para sobrevivir. Esta práctica va más allá del redescubrimiento de lugares. La percepción de un cambio de temperatura y luz sólo puede ser apreciada al leerse sobre tábula rasa. Este es el preámbulo: sobreescribir; ergo, pintar por encima para cubrir, con menor o mayor éxito lo ya escrito... liberarme.

Hay dos maneras de enfrentarse a la vida y sus retazos. Una es la de plantarse delante, sacar pecho, coger autobuses y comprar flores de hilo y alambre rojas. O la postura de la estatua de sal. No mirar atrás. Liberarte... Jamás te até (aunque compraras los pedazos de tela negra).

Ambas funcionan. Con mayor o menor éxito. Con avances relativos y diferentes intensidades. Con nuevas fórmulas. La frase que vende el nuevo libro de Antonio Gala. Amén. Poco a poco se va perdiendo conexión, se van desatando lazos. Se van dando pasos. En el desamor todo es cuestión de creer firmemente en pequeñas batallas ganadas. Y de liberarse...

He decidido reescribir mis pasos partiendo de esta creencia. Era mágica antes de que me esperaras en las escaleras de la biblioteca nacional o antes de que no te quitaras cuando decidí besarte vestida de pirata. Menos magia hoy. Menos magia hace tiempo... supongo que fue el día en que oh sorpresa, "somos incompatibles". O quizá el minuto en que empezaste a no hacer nada para evitar borrarme. O emborronarme... o a liberar(nos)

Hoy he reescrito 4 lugares y 5 calles. Varias tiendas. Aún se me resisten las librerías pequeñas.
Por eso me gusta trabajar, todos los días, en una más grande. Conozco, mido y disfruto de su distinta temperatura y luz... me libero

Claro que a ésta, nunca viniste a verme.

Sunday 14 December 2008





Creí yo, que con el frío seco del invierno podría mantenerme helada. Sin moverme, sin caer, si derretirme. Creí yo ser vulnerable al este tipo de frío: seco e irrespirable.
Pero existe un riesgo de que no lo sea. Un riesgo que se cuela por las rendijas de las persianas de lamas. Un riesgo que me hace ver que me guardas rencor. El riesgo de los riesgos, hermano de la valentía y primo hermano de la desfortuna.
Creía que ya no te colabas en mis sueños, que no lo hacías en camas ajenas, que no me venías a ráfagas. Aprendí a esquivar las ráfagas con los ojos abiertos como quien aprende a esquiar en paralelo. Pero te cuelas mientras duermo. Y recuerdo las notas de cada mañana cuando salía y tú ya no estabas en casa, tan iguales y tan distintas a la vez... ¿las guardabas? Yo escondí nuestro álbum hace muchas semanas... pero me acuerdo de las flores secas pequeñas que me robabas y congelabas e intento no pensar en que no me quieres.
Porque es triste, y hace frío... y se me cortan las manos.
Y no me gustan mis manos. Porque me recuerda al día en que me dijiste llorando que no podrías vivir sin ellas.

Foto de http://www.flickr.com/photos/gloryglory/

Remite


  • kay

  • Llegué por casualidad y por una conversación de cafetería envuelta en dudas. Encontré en los paraísos electrónicos los abrazos más auténticos... viajé sola por Kioto, por Dresden, embotellé lluvia y suelto lastre. Ahora sólo escribo, de oficio. Y en septiembre de 2009, años después de posarme para aterrizar, vuelvo a emprender una aventura voladora; desnuda y rellena de letras. bienvenido
radiografía
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tinta y prosa
y letras e historias con máscara
y cristales rotos...
y tus ojos, reinterpretándolo todo



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