Friday 24 April 2009

... bañera sin olas



Se dio un baño caliente... en busca del equilibrio que aquel día le había faltado. Escuchó música tranquila, sus canciones favoritas aleatorias, y encendió velas, y las repartió por todo el baño, apagando antes las luces. Estaba sola en casa, y le apetecía aquello, aunque a penas tuviera espacio para reposar la cabeza porque en una parte estaban los grifos y a la otra las jaboneras.
Pero probó suerte, como hizo varias veces a lo largo del día, cuando sorbió varias veces alguna lágrima de rabia... pero estaba cansada, y rabiosa... quiso mantenerse firme porque estaba cansada de tropezar siempre en la misma piedra y que se le encogiera el alma en la misma latitud. Bajó las luces para ver a través de sus párpados.
Buscar colores y formas en ellos... Su pasatiempo favorito. Ver lo que no se ve con todos los otros sentidos. Y cuando creyó suficiente el baño, cuando olía a jabón por todas partes y había acariciado con la pastilla de palito toda la superficie de su piel, decidió descorrer la cortina -que era transparente- y le dejaba ver todas las lucecitas distorsionadas... y tiró del tapón.
Entonces, cuando se empezaba a encontrar bien, el baño empezó a inundarse... alcanzó dos dedos de altura y salía al pasillo. Se quedó quieta, abrazada al albornoz, con las lucecitas temblando y con los pies congelados, sin saber dónde pisar.
La respuesta se estaba derramando bajo sus pies, y sus ojos brillaban: se miró en el espejo.
Le entraron ganas de llorar, otra vez, y una nueva angustia en el pecho... gritó ¿para qué? y se mordió los labios preguntándose porqué siempre era ella la que se vaciaba.

Tuesday 21 April 2009

Práctica de microrelatos pasando por varias emociones



En el fondo yacía el reloj hundido. Latía a descompás. Desde arriba, ella clavaba las rodillas junto a la bañera, controlaba la respiración y sorbía las lágrimas. Las gotas sobre la porcelana emitían un extraño quejido, y el segundero alargaba el tiempo como un efecto óptico. Gelatina. Sólo el teléfono osó ganar terreno al espacio infinito. “Lo siento”. Y colgó.

Prueba 2:

En el fondo el reloj latía a destiempo. Era inútil acompasar la espera con los segundos sumergidos. Pero el teléfono confesó. Y ella notó los alfileres bajo las uñas. Y sangró. Y tiró de la cisterna

Prueba 3:


Latía a destiempo sumergido en el agua. Era inútil acompasar la espera con la esfera ahogada. Al otro lado del teléfono confesaron. Se agarró al borde de la bañera hasta que se quedó sin sangre en las yemas. Y dejó de respirar. 3, 2, 1. Y el segundero murió sin prisa

declaración de amor de abril



Nunca se me olvidan los olores, ni las caras, y pocos nombres. Pero cuando vuelvo, vivo y me doy cuenta de que me encanta. Jamás pensé que pudiera hacerme tanta falta. Con su vida difícil, su respirar con sangre en la nariz, sus copas caras, sus alquileres exagerados... su falta de oportunidades laborales. Me gusta porque te pierdes, porque te deja que te escondas, porque tiene esquinas, lugares y momentos que siempre están en movimiento. Me gusta como calla aunque nunca está ausente. Recepciona, es una dama, y acoge a cada cual siempre. Nunca prejuzga, sólo deja vivir y respirar (a veces)
Amo Madrid.
Y me encantaría poder vivirla por el resto de mi vida

Monday 13 April 2009

Nostalgias y otras montañas rusas

Debo tener pánico a abrir la libreta. Creo que es así porque he reventado -y no precisamente en estrellas- en un día sin fecha. Lo hubiera evitado de ser como antes. Y antes, ayer, me di cuenta de que hace tiempo que me dijiste que ya no era como antes, y yo me daba cuenta. Pensé, inútilmente, que había trascendido a aquello, pero estos días me he dado cuenta de que la apatía, que nunca entendí, hasta ahora, como falta de empatía, me hace daño, pero la ignoro.

No sé, si como la cara y las arrugas de los años, como los huesos y todas las cosas que evolucionan, es normal que yo me vaya haciendo dura, más egoísta, cuando hace años no era así... Me endurezco y esto duele. Pero no lo pienso, pienso, será que hay algo que me duele más... O simplemente no pienso en absolutamente nada, como llevo tiempo haciendo, y no miro hacia atrás ni hacia los lados; apenas hacia delante.

No sé qué creer o qué pensar, pero la vida es esto. Un "esto" que no sé interpretar desde hace mucho y que he olvidado cómo hacer mío. En ocasiones pensaba en mi al otro lado del espejo, como Alicia, pero lo que veía que no me convencía, porque no era yo. Y me doy cuenta de que inevitablemente, hace tiempo que no sé quién soy. Y quiero exigirme averiguarlo...

¿Qué sentido tiene no querer hablar con nadie a menos que esté completamente feliz o todo sea perfecto? De esta manera, pasan meses sin hablar con nadie, siquiera con los que más quiero, por no derrumbarme. Será que he tenido tantos secretos escondidos en los puños durante tanto tiempo, que ahora me queman las manos y trabajo con ellas vendadas. Y con el filtro de los recuerdos taponado, obligatoriamente. Porque el reloj es caprichoso, y los sueños -que siempre fueron metas- duelen.

La valentía es otro concepto sobre el que quiero pensar...

Remite


  • kay

  • Llegué por casualidad y por una conversación de cafetería envuelta en dudas. Encontré en los paraísos electrónicos los abrazos más auténticos... viajé sola por Kioto, por Dresden, embotellé lluvia y suelto lastre. Ahora sólo escribo, de oficio. Y en septiembre de 2009, años después de posarme para aterrizar, vuelvo a emprender una aventura voladora; desnuda y rellena de letras. bienvenido
radiografía
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tinta y prosa
y letras e historias con máscara
y cristales rotos...
y tus ojos, reinterpretándolo todo



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