Ella salió de casa con la vía láctea... pero a partir de ahí, todo mera ficción.
Bebió horchata en vasito pequeño, con pajita verde rayada en amarillo también. Sorbió o despacio, haciendo en una lista de pros y contras, de más y menos, buscando la luna de vuelta, a la vuelta de la esquina. No la vio tampoco entonces, cuando regresó ya sola. Había contemplado estrellas sin quererlo en la penúltima parada de la noche. La del quiosco y el final de los encuentros en tierra de todos y de nadie.
Había visto abatidas las ganas en cualquier otra cuesta en muchas ocasiones más. Su vida había estado llena siempre de cuestas, y de suelos resbaladizos, y de pocas escaleras a diario. Sobre todo de cuestas. Como las napolitanas, mediterráneas ellas, regadas de cerveza, risa, y pasos rotos; mucho antes, se estancó en cemento, y esa parte no todos la recuerdan, decidió buscar fortaleza, negar que le gustan las sorpresas y renunciar a sueños. Ayer, hoy, mucho más ayer, y mucho más hoy de lo que ayer pudo haber sido...
Una parte del camino se deshizo en aquel tramo, y otro trozo enorme de cuesta aún vive a su par, a orillas del cantábrico y en cualquier historia imaginada entonces, o mucho más tarde.
Bebió horchata en vasito pequeño, con pajita verde rayada en amarillo también. Sorbió o despacio, haciendo en una lista de pros y contras, de más y menos, buscando la luna de vuelta, a la vuelta de la esquina. No la vio tampoco entonces, cuando regresó ya sola. Había contemplado estrellas sin quererlo en la penúltima parada de la noche. La del quiosco y el final de los encuentros en tierra de todos y de nadie.
Había visto abatidas las ganas en cualquier otra cuesta en muchas ocasiones más. Su vida había estado llena siempre de cuestas, y de suelos resbaladizos, y de pocas escaleras a diario. Sobre todo de cuestas. Como las napolitanas, mediterráneas ellas, regadas de cerveza, risa, y pasos rotos; mucho antes, se estancó en cemento, y esa parte no todos la recuerdan, decidió buscar fortaleza, negar que le gustan las sorpresas y renunciar a sueños. Ayer, hoy, mucho más ayer, y mucho más hoy de lo que ayer pudo haber sido...
Una parte del camino se deshizo en aquel tramo, y otro trozo enorme de cuesta aún vive a su par, a orillas del cantábrico y en cualquier historia imaginada entonces, o mucho más tarde.
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Escribo para ti, para mi, para contarte y que descifres cuando quieras lo que necesites. Para hacerte recordar, para guiñarte un ojo, para darte la mano, para sonreír contigo... Gracias por comentar