Thursday 26 October 2006

desayuno. fragmentos

(...) No demasiado lejos de este kit de desayuno, está el tostador, enchufado a la toma de luz de debajo de la ventana. Por la parte baja del electrodoméstico, aparecen migas de distintos tamaños y colores, pues seguramente alguien haya quemado alguna rebanada en el anterior turno de desayuno. Y las migas se mezclan con el azúcar, que el recipiente ovalado y metálico ha dejado escapar, cuando alguien intentaba hacerla llegar hasta su taza.

Me gusta ese azucarero. Es tan antiguo como yo, lo sé; pero es perfecto, porque refleja, como un objetivo fotográfico de ojo de pez, la visión de la habitación, y la postal de todas las caras que hasta allí, han ido llegando. De alguna forma quiero creer, que va reflejando las instantáneas de los madrugadores, y es precisamente él quien absorbe los sueños por la mañana y es por eso que nunca podemos volver a recordarlos, y es sólo con una subida de azúcar, que éstos vuelven en forma de ráfaga. Estoy casi convencida, que de buscarnos con atención, nos encontraríamos en una escena ya vivida.

Pero hoy yo me conformo con sentir el azúcar en las yemas del índice y el corazón. Aplastarla. Saborear en fascículos esos cristales pequeños de dulce (...)

Tuesday 24 October 2006

sentir, según el DRAE

levitación.

1. f. Acción y efecto de levitar.

2. f. Med. Sensación de mantenerse en el aire sin ningún punto de apoyo.

Hoy soñé que no te dabas la vuelta cuando dormíamos. También soñé con ausencias, y con ausentes. Y soñé en tecnicolor y en matices. Y con sonidos. Soñé en dimensiones. Y sé que lloré mientras soñaba. Es fina la línea que separa el soñar de el vernos desde arriba mientras dormimos. Sobre ésto existen diversas teorías paranormales... lo dice el diccionario, y los libros de misterio.

Creo que me vi llorar, desde fuera. Y que lloraba seguramente por el hecho mismo de estar fuera. De ti y de mi, y fuera del nosotros. (Recuerdo ahora que hace un año te lloré a ti, y te conté un sueño en el que veía llorar a una niña, que lloraba por mi lo que yo ya no podía llorar...)

Sabes que cada vez odio más prostituir palabras, vulnerarme a mi y a todo lo que no puedo descifrar y traducir; desmembrar y encauzar... sentir.

Pero también sabes que no va si va sólo, pero sin impulso.
Y que no voy; porque no estoy y me enfado, y te aguantas, y me deshago, y me licúo. Y sólo porque llueve soy capaz de leer instrucciones de Cortázar, y perderme en las calles de esta ciudad sucia.


A ver si así dejo de sentir que doy vueltas sobre la superficie de mí misma, sobre un reflejo borroso y ahumado... Sobre mi figura mientras duermo, y mientras me retuerzo soñando que lloro. Y empiezo a verme desde dentro.
Y dejar de verme llorar desde fuera. En vertical y en posición horizontal

arcada1.

(De arco).

1. f. Conjunto o serie de arcos en las fábricas, y especialmente en los puentes.

2. f. ojo (ǁ de un arco de puente).
arcada2.

(De arcar).

1. f. Movimiento violento del estómago, anterior o simultáneo al vómito.
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Hoy pensé tantas cosas... Llevo varios días pensando más de la cuenta en palabras, pero sigo pensando menos de la cuenta en las cosas que no cuento, porque no pasan a papel (como tú me repites que haga).

El caso es que lleno libretas de ideas recicladas, o de ideas-al-respecto, o a colación de otras. Pero sigo sin parar a descifrarme. Quizá es que, efectivamente, no quiero pararme a pensar. ¿Sabes? hace tiempo, cuando empecé filosofía en 3º, solía quedarme con, y criticar, el defecto que la gente tenía a... no pararse, a no pensar acerca de nada, y mucho menos, acerca de uno mismo; y a raíz de esto, tomar un punto de partida para construir caminos y, por qué no, construir sueños, o metas, u objetivos de humo. Y, paradójicamente yo me encuentro en ese punto.

Un punto que más que mancha redonda en sí misma, es el punto que permanece, a veces encima, a veces debajo, del signo de interrogación. Eso sería yo ahora mismo. Y me remarco fuerte en papel, pero en papel de horarios, de prisas, de no pararme jamás a analizar.
Sé que tienes razón cuando dices que no me paro y no me describo; que no me vierto y que no sé verme. Sé... sé que las verdades que critiqué en otros se me presentan como nuevas amigas, o nuevas arterias de mi persona; sangre nueva en mi, que no me gusta y que rechazo. Todo lo criticado, soy yo misma. Muchas de las cosas que nunca supe ver en mí, aun intuyéndolas defecto, hoy asoman a mi vida y se convierten en mi reflejo, cada día.

Mis defectos engordan, como tantas otras cosas en mi. Crece el desconcierto y la desorientación y se acortan los días. Y todo revierte en todo. Porque de repente me doy cuenta de que he pasado un fin de semana durmiendo a tu lado sin verte, sin mirarte, sin buscarte y sin encontrarte. Dando palos de ciego, a ciegas y sin tocarte. De vuelta. De todo. Durmiendo contra la pared, y tú, como siempre, hacia la otra parte; para no perder aire. Tan cerca. Tan lejos.

Y yo... de ti, de todos. Pero sobre todo tan lejos de mi misma. Tan, tan, tan lejos

Saturday 21 October 2006

Taller. Práctica I. Descripción. Visibilidad

El animal se escurrió sin fuerza por el piso. Le faltaba un trozo de cola, por el sucio corte de la madera y el cepo metálico, colocado detrás de aquel orificio en la pared.

A cada paso corto iba emitiendo un gemido chirriante fino y afilado; y éste, se colaba entre todos los huecos e irregularidades de la madera del suelo.

Era un suelo sucio. Lleno, repleto, de trastos inservibles e inútiles, apilados contra las paredes. Con baldosas agrietadas, de gres marrón oscuro, y delimitado por rodapiés carcomidos, de contrachapado.

El animal iba arrastrándose por la superficie rugosa, encontrando especial dificultad en la separación entre adoquines, en que sus patitas se hundían, e iban quedando presas a cada poco. Cada junta era blanda, una franja de suciedad y moho esponjosa, carente ya, de la resistencia dura del cemento. Esta masa ralentizaba su huida, apresándole entre cada isla de suelo. Se convertía en el transmisor perfecto para sus chillidos, en el amplificador ideal para sus peticiones de auxilio. Cada quejido, atravesaba el circuito de juntas enmohecidas, y lo hacía subir por el cable de la luz y extendiéndolo a toda la estancia. Sonaba a roto, a horror, a dolor inmundo.

Él se limitaba a observar la escena divertido, a metro y ochenta y dos centímetros en vertical. Movía -por un innegable tic nervioso- los dedos de los pies, y lanzaba pequeños impulsos eléctricos desde las rodillas, consiguiendo así, marcar una especie de compás, mediante pequeños toques sobre el suelo. Era viejo, de la piel curtida, arrugada en la frente; llena de manchas antiguas y grietas de anciano. Manos grandes, con anchos dedos y uñas raídas. Uñas, que dejaban entrever líneas irregulares y negruzcas, y por debajo de cada una: una maloliente argamasa de sexo onanista y tierra de saco de jardinería.

Disfrutaba pasando su índice por el final del punzón, mientras le daba vueltas con dos dedos. Y reía por dentro, planeando la siguiente jugada. El roedor, abatido ya, avanzaba a tientas por el piso, golpeándose contra el quicio de la puerta de salida. -Te tengo- resonó el viejo. Y, agachándose blandió entonces la punta del compás en el lomo de la rata gris y gorda, inmovilizándola contra el ángulo de noventa del piso y la puerta. Olió a madera húmeda. Oyó un negruzco “ckrifs”, como se trincha la carne con un pincho para barbacoa. El animal se retorció por última vez, mientras sus huesos y articulaciones le sacudían con fuertes espasmos. Él inhaló entonces aquella atmósfera de sádico que le excitaba profundamente. Cerró los ojos fuerte, y notó cómo estaba atravesando vísceras, pulmones y vértebras. Hasta llegar al corazón. Y fin de la historia. Sólo quedaban unos cuantos hilillos de sangre, que resolvió fácilmente, doblando por el empeine aquella zapatilla de franela, que absorbió de punta los restos de la aventura.

Y cogiendo al animal ya trinchado, lo acercó al camping gas. Y lo asó para la cena.

Monday 16 October 2006

Abrazos

E intentos por construir algo bonito debajo de tanto llanto. Y tantas historias echadas por tierra, y con la tierra por debajo, construir encima, en algún caso, y en tantos otros, intentar volver a reconstruir. Cuando está todo derribado y no quedan siquiera estructuras firmes.

Y de arquitectura va la coas. Y también de biología. Y del norte otra vez... Y que todas las historias son la misma repetida, y cuando se acaba y se retoma tantas veces no sé hasta qué punto podemos volver a ver luz... O hasta qué punto, en el caso de que la veamos, resulta veraz, o el simple reflejo de lo que querríamos que fuese. El manido destello de una ilusión (como recurso lingüístico).

Pero bueno... quizá mañana vuelva a escribirme después de meses de desconexión y me cuente que volvió a ponerle la mano encima. Y que esta vez sí que es la última.

Y lo ves por la tele, o escribes la pieza y la lees olvidando las caras... Y yo de veras recuerdo a veces, el muro y la llamada de ella llorando... Y veía la oscuridad del garaje de la casa del tipo que la perseguía. Y que aquella amiga subió a buscarla en su coche a pesar de que ya no eran amigas...

Porque nos dejó a todas, a ellas más que a mí. Nos dejó a todas pero nos llamó porque él quería pegarla. Y hoy me cuenta que reescriben algo bonito después de sus ataques de pánico de agosto estudiando en casa.

Y todo porque fueron al cine.
Y creyó ver en aquella, la primera cita.
Y la luz que ve ahora seguramente sea la del proyector...

O puede que no lo sea

Remite


  • kay

  • Llegué por casualidad y por una conversación de cafetería envuelta en dudas. Encontré en los paraísos electrónicos los abrazos más auténticos... viajé sola por Kioto, por Dresden, embotellé lluvia y suelto lastre. Ahora sólo escribo, de oficio. Y en septiembre de 2009, años después de posarme para aterrizar, vuelvo a emprender una aventura voladora; desnuda y rellena de letras. bienvenido
radiografía
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tinta y prosa
y letras e historias con máscara
y cristales rotos...
y tus ojos, reinterpretándolo todo



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