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Un amago de querer, y tres elementos más

Para salvaguardar momentos. Lamento, de verdad haberte olvidado por completo. Pero anoche me acordé de que olvidé mencionarte en el recuento. Y que pasaste fugaz, casi sin enterarme.

Por aquel entonces se puede decir que yo apenas vivía nada. Nadaba efectivamente, en alcohol la mayor parte del tiempo, e igual que tus labios besé varios labios mientras tú me llamabas o venías a buscarme a casa, o me citabas. Siempre te daba largas porque nunca te quise de verdad, apenas un poco. Y te debía esta reflexión.

Me despertaste la ternura que despiertan los chicos rubios de ojos azules que me recuerdan a uno de los tres elementos; que ibas a en bici y nos cruzamos varias veces por Orduña, cuando yo subía al cerro y tú bajabas a entrenarte por caminos zigzagueantes y obtusos. Como no me mirabas, yo me empeñé y me afané, y bebí de tu copa para beberte a trago, corto o largo; apenas recuerdo más que el color azul.

Recuerdo bebida por el suelo, música repetitiva, cada vez menos vergüenza y aparecidos de repente conocidos de Madrid. Quedamos en citarnos en la ciudad que nos ahoga y atrae en septiembre, antes de irte a nueva york. Bilbao no era ya ni una ciudad, ni un destino. Ni era tiempo, ni espacio; sólo era una bruma en y por la que me escurría amaneciendo entre callejones vagos. Porque no me importabas tú, solamente saber buscar el camino de vuelta a casa, no perder mi bolso, ni perder aquel estado de embotellamiento mental que conseguía hacer que no recordara Italia.

Contigo, ni siquiera me reía; tanto era así que al mirarte con la vista perdida entre los raíles, veía mi reflejo apagado en cualquier canto rodado que imaginara; te veía transparente y sólo me veía yo; porque valga añadir, o aclarar, que nunca exististe tú en nada de esto.

Entonces vinieron días en que sólo me importaba yo, supongo que yo y mi cama, y mi cuerpo sobre ella, hecha un nudo. Acurrucada en la esquina de madera, mirando mi única cicatriz de batalla, que aún a veces sigo notando vacía. Olvidando las letras, los nombres, los bailes, y demás motivos de felicidad extasiada que en aquel hoy dolían. Rompiendo el reloj, a fuerza de morfina para adormecer la herida del hueco en el corazón, tras mi paso por Nápoles.

Supongo que nada me dejaba sentir, que me envenené de mi misma, tanto que dejé de verme en nada de lo que hacía. Supongo que lloré tanto que olvidé que tenía ojos, cara, y manos, y los dejé ir todos ellos, perdidos en cualquier cama rota y sucia.

Perdí mucho, y casi un año después, hoy puedo concluir con que no viví nada de aquello, porque no puedo aprender de ningún paso dado. Y que apenas sí recuerdo nombres o caras, mucho menos manos, y mucho, mucho menos, besos o miradas desde el otro lado de la almohada.

Tristemente, me vacuné para no sentir nada, y terminé de llorar en una cafetería de Recoletos un mes de octubre a mediados, después del concierto de Maga y todas esas historias de vuelta de todo. Supongo que aquel día empezaron a desprenderse los lazos, y a día de hoy tenía que disculparme. Porque no te vi, y te dejé un "te llamaré, cuando pase todo esto, y sea capaz de cuidarme yo para poder cuidar a alguien más" en el contestador; ni siquiera me atreví a mirarte a los ojos.

Que viví en una burbuja, explotó, y me encerré en otra mucho más densa y compacta. Y que no me culpo por ello. Sólo que una vez cada muchos meses, quizá porque a veces me piensas con fuerza, me viene a la cabeza que no fui justa. Así que gracias por pensarme

una vez leí q todos estamos solos casi siempre...y q solo una persona nos acompaña siempre, q sin nosotros no podemos vivir, q del cuello del útero al hueco del nicho, sólo nosotros estaremos ahí...

a veces me asusta pensar q no es verdad...

a veces me asusta pensar en quien no debo...

aunq sea bueno reconocer los errores

abrazos ausientes y primos desde el norte

Es bonito recordar la intensidad media de un recuerdo. Hoy, más que nunca. Porque hoy yo también tengo un recuerdo alojado en el estómago, pero no duele. No duele nada porque hay voces con tintes de bálsamo al otro lado de la línea que separa el norte del sur.

Hace mucho calor aquí, y ya no sé ni qué digo. Pero me ha encantado tu texto y sonrío. Sonrío todo el tiempo.

Un beso enorme ginger.

algunas veces en el recuerdo aparecen los rostros que querían ser del olvido.
algunas veces nuestro cuerpo no se reconoce allí donde se supone que estuvo.
quizá por eso nunca podría decir si aquello fue justo o injusto.
un abrazo.

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Escribo para ti, para mi, para contarte y que descifres cuando quieras lo que necesites. Para hacerte recordar, para guiñarte un ojo, para darte la mano, para sonreír contigo... Gracias por comentar

Remite


  • kay

  • Llegué por casualidad y por una conversación de cafetería envuelta en dudas. Encontré en los paraísos electrónicos los abrazos más auténticos... viajé sola por Kioto, por Dresden, embotellé lluvia y suelto lastre. Ahora sólo escribo, de oficio. Y en septiembre de 2009, años después de posarme para aterrizar, vuelvo a emprender una aventura voladora; desnuda y rellena de letras. bienvenido
radiografía
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tinta y prosa
y letras e historias con máscara
y cristales rotos...
y tus ojos, reinterpretándolo todo



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