NostalgiaMuchas canciones, muchos poemas, muchas letras escritas acompañando, acariciando... mirando con pena a la nostalgia.
Esta es una semana de nostalgias.
Nostalgia de bonobuses con besos.
Nostalgia de calles y adoquines viejos. Y de verjas y de besos cruzados.
Nostalgia de abrazos, de páginas de periódicos mojados. De te-acompaño-a-casa.
De sábanas con Ruth. De bancos sin alergias al polen ni al pino, con cables de alta tensión pero son carretera. Con flores blancas y canales de agua. Madrugadas de radio con Inma.
Búsquedas etílicas y llamadas sin responder.
De llamadas desde conciertos. De fachadas, de fragmentos, de farolas de luz naranja.
De madrugadas con tres coches aparcados en línea en la misma calle, Pakea 20.
De cubos iluminados. Y de Jazz. Y de madrugadas de vértigo, en las que amanece demasiado temprano. De lágrimas y de risas, y de acantilados llenos de luces.
Hoy, como siempre, lamento ir perdiendo imágenes sin ningún criterio. Pero agradezco guardar otras tantas. Llegué a pensar que coleccionaba recuerdos. Que pasabáis página olvidando más que yo.
Y de pronto, polaróid y momento congelado presente-pasado. Un billete gratis e inesperado a casi diez años atrás. Y ahí estaban nuestras cartas, amigo, y dos besos mal dados en cualquier esquina.
Pero nos gustaba la música. Y las esquinas de las calles. Y las motos. Luego nos gustaron más las escaleras. Llegó el tiempo de los asientos traseros. De los barcos trastévere. Y por fin, los parques, los cafés, las avenidas, los castillos, las murallas, las habitaciones, las camas con luz, sin luz... las velas, las fotos (gracias)
Qué maldito es el tiempo que te arranca recuerdos.
Si volviera a nacer... siempre llevaría una libreta conmigo.
La pereza es prima hermana de la nostalgia.
Pero la nostalgia es tan azul, tan rosa... tan bonita.
Como la aurora boreal que nunca vi.
O como el avión del que conseguí salir.
Gracias a todas las ventanas y a todas las puertas, por ser capaces de acompasarse para regalarme música.
Y a las páginas blancas, por tumbarse bajo mis manos para dejarse contar.
Foto: Chacón, Ruth y yo en Berlín. Viaje encuentro en Berlín, noviembre 2003. Itxi tomaba la foto. Ana Meyer reía contra la pared