Práctica de microrelatos pasando por varias emociones
En el fondo yacía el reloj hundido. Latía a descompás. Desde arriba, ella clavaba las rodillas junto a la bañera, controlaba la respiración y sorbía las lágrimas. Las gotas sobre la porcelana emitían un extraño quejido, y el segundero alargaba el tiempo como un efecto óptico. Gelatina. Sólo el teléfono osó ganar terreno al espacio infinito. “Lo siento”. Y colgó.
Prueba 2:
En el fondo el reloj latía a destiempo. Era inútil acompasar la espera con los segundos sumergidos. Pero el teléfono confesó. Y ella notó los alfileres bajo las uñas. Y sangró. Y tiró de la cisterna
Prueba 3:
Latía a destiempo sumergido en el agua. Era inútil acompasar la espera con la esfera ahogada. Al otro lado del teléfono confesaron. Se agarró al borde de la bañera hasta que se quedó sin sangre en las yemas. Y dejó de respirar. 3, 2, 1. Y el segundero murió sin prisa
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Escribo para ti, para mi, para contarte y que descifres cuando quieras lo que necesites. Para hacerte recordar, para guiñarte un ojo, para darte la mano, para sonreír contigo... Gracias por comentar