sobreescribir para sobrevivir 26.280 horas y liberarse
He anotado un par de cosas en la moleskine.
Negra.
Llena de líneas torcidas por el vaivén del transporte público lleno de luces.
Es una continuación a la teoría de "... redescubrir lugares a distinta temperatura y luz".
La he bautizado como "terapia de choque por las calles de Madrid". No tiene nada que ver con la canción de Quique y Rebeca... aunque pensar en su historia me sirve para esta terapia de choque: para no(sobre)vivir comparando.
Hace pocas semanas me quejaba de todas las horas, de todas las calles y de todos los momentos que contienen 36 meses. 1.095 días.
Más un día... año bisiesto (2008)= 1.096, 26 de noviembre.
Fecha de la Primera Cruzada. Paradojas.
- "No he salido a la calle con una venda". Le dije.
- "No lo dudo"... me contestó él
- "Todas las calles y todas las esquinas contienen conversaciones que mi memoria compila en frascos que no consigo romper".
Y miré por la ventana del coche, mientras avanzaban como un cocodrilo de asfalto, las calles aledañas a Miguel Yuste.
La terapia de choque por las calles de Madrid consiste en la creencia de que -dado que algunos frascos de lluvia son irrompibles- se deben sobreescribir recuerdos para sobrevivir. Esta práctica va más allá del redescubrimiento de lugares. La percepción de un cambio de temperatura y luz sólo puede ser apreciada al leerse sobre tábula rasa. Este es el preámbulo: sobreescribir; ergo, pintar por encima para cubrir, con menor o mayor éxito lo ya escrito... liberarme.
Hay dos maneras de enfrentarse a la vida y sus retazos. Una es la de plantarse delante, sacar pecho, coger autobuses y comprar flores de hilo y alambre rojas. O la postura de la estatua de sal. No mirar atrás. Liberarte... Jamás te até (aunque compraras los pedazos de tela negra).
Ambas funcionan. Con mayor o menor éxito. Con avances relativos y diferentes intensidades. Con nuevas fórmulas. La frase que vende el nuevo libro de Antonio Gala. Amén. Poco a poco se va perdiendo conexión, se van desatando lazos. Se van dando pasos. En el desamor todo es cuestión de creer firmemente en pequeñas batallas ganadas. Y de liberarse...
He decidido reescribir mis pasos partiendo de esta creencia. Era mágica antes de que me esperaras en las escaleras de la biblioteca nacional o antes de que no te quitaras cuando decidí besarte vestida de pirata. Menos magia hoy. Menos magia hace tiempo... supongo que fue el día en que oh sorpresa, "somos incompatibles". O quizá el minuto en que empezaste a no hacer nada para evitar borrarme. O emborronarme... o a liberar(nos)
Hoy he reescrito 4 lugares y 5 calles. Varias tiendas. Aún se me resisten las librerías pequeñas.
Por eso me gusta trabajar, todos los días, en una más grande. Conozco, mido y disfruto de su distinta temperatura y luz... me libero
Claro que a ésta, nunca viniste a verme.
Negra.
Llena de líneas torcidas por el vaivén del transporte público lleno de luces.

Es una continuación a la teoría de "... redescubrir lugares a distinta temperatura y luz".
La he bautizado como "terapia de choque por las calles de Madrid". No tiene nada que ver con la canción de Quique y Rebeca... aunque pensar en su historia me sirve para esta terapia de choque: para no(sobre)vivir comparando.
Hace pocas semanas me quejaba de todas las horas, de todas las calles y de todos los momentos que contienen 36 meses. 1.095 días.
Más un día... año bisiesto (2008)= 1.096, 26 de noviembre.
Fecha de la Primera Cruzada. Paradojas.
- "No he salido a la calle con una venda". Le dije.
- "No lo dudo"... me contestó él
- "Todas las calles y todas las esquinas contienen conversaciones que mi memoria compila en frascos que no consigo romper".
Y miré por la ventana del coche, mientras avanzaban como un cocodrilo de asfalto, las calles aledañas a Miguel Yuste.
La terapia de choque por las calles de Madrid consiste en la creencia de que -dado que algunos frascos de lluvia son irrompibles- se deben sobreescribir recuerdos para sobrevivir. Esta práctica va más allá del redescubrimiento de lugares. La percepción de un cambio de temperatura y luz sólo puede ser apreciada al leerse sobre tábula rasa. Este es el preámbulo: sobreescribir; ergo, pintar por encima para cubrir, con menor o mayor éxito lo ya escrito... liberarme.
Hay dos maneras de enfrentarse a la vida y sus retazos. Una es la de plantarse delante, sacar pecho, coger autobuses y comprar flores de hilo y alambre rojas. O la postura de la estatua de sal. No mirar atrás. Liberarte... Jamás te até (aunque compraras los pedazos de tela negra).
Ambas funcionan. Con mayor o menor éxito. Con avances relativos y diferentes intensidades. Con nuevas fórmulas. La frase que vende el nuevo libro de Antonio Gala. Amén. Poco a poco se va perdiendo conexión, se van desatando lazos. Se van dando pasos. En el desamor todo es cuestión de creer firmemente en pequeñas batallas ganadas. Y de liberarse...
He decidido reescribir mis pasos partiendo de esta creencia. Era mágica antes de que me esperaras en las escaleras de la biblioteca nacional o antes de que no te quitaras cuando decidí besarte vestida de pirata. Menos magia hoy. Menos magia hace tiempo... supongo que fue el día en que oh sorpresa, "somos incompatibles". O quizá el minuto en que empezaste a no hacer nada para evitar borrarme. O emborronarme... o a liberar(nos)
Hoy he reescrito 4 lugares y 5 calles. Varias tiendas. Aún se me resisten las librerías pequeñas.
Por eso me gusta trabajar, todos los días, en una más grande. Conozco, mido y disfruto de su distinta temperatura y luz... me libero
Claro que a ésta, nunca viniste a verme.
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Escribo para ti, para mi, para contarte y que descifres cuando quieras lo que necesites. Para hacerte recordar, para guiñarte un ojo, para darte la mano, para sonreír contigo... Gracias por comentar