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Creí yo, que con el frío seco del invierno podría mantenerme helada. Sin moverme, sin caer, si derretirme. Creí yo ser vulnerable al este tipo de frío: seco e irrespirable.
Pero existe un riesgo de que no lo sea. Un riesgo que se cuela por las rendijas de las persianas de lamas. Un riesgo que me hace ver que me guardas rencor. El riesgo de los riesgos, hermano de la valentía y primo hermano de la desfortuna.
Creía que ya no te colabas en mis sueños, que no lo hacías en camas ajenas, que no me venías a ráfagas. Aprendí a esquivar las ráfagas con los ojos abiertos como quien aprende a esquiar en paralelo. Pero te cuelas mientras duermo. Y recuerdo las notas de cada mañana cuando salía y tú ya no estabas en casa, tan iguales y tan distintas a la vez... ¿las guardabas? Yo escondí nuestro álbum hace muchas semanas... pero me acuerdo de las flores secas pequeñas que me robabas y congelabas e intento no pensar en que no me quieres.
Porque es triste, y hace frío... y se me cortan las manos.
Y no me gustan mis manos. Porque me recuerda al día en que me dijiste llorando que no podrías vivir sin ellas.

Foto de http://www.flickr.com/photos/gloryglory/

Un día pensé que el amor está llenos de mentiras y se me instaló la ventisca bajo las uñas durante semanas. Al final, me dí cuenta de que no hay mentira sin intención, pero siempre se puede vivir sin todo lo que creemos en una etapa imprescindible. Y me puse triste pero descubrí que es algo bueno. Porque si así fuera, lo anterior no nos hubiera dejado vivir esto.
Y así seguirá siendo. Que lo bonito no es no poder vivir sin tus manos, es no querer hacerlo.

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Escribo para ti, para mi, para contarte y que descifres cuando quieras lo que necesites. Para hacerte recordar, para guiñarte un ojo, para darte la mano, para sonreír contigo... Gracias por comentar

Remite


  • kay

  • Llegué por casualidad y por una conversación de cafetería envuelta en dudas. Encontré en los paraísos electrónicos los abrazos más auténticos... viajé sola por Kioto, por Dresden, embotellé lluvia y suelto lastre. Ahora sólo escribo, de oficio. Y en septiembre de 2009, años después de posarme para aterrizar, vuelvo a emprender una aventura voladora; desnuda y rellena de letras. bienvenido
radiografía
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tinta y prosa
y letras e historias con máscara
y cristales rotos...
y tus ojos, reinterpretándolo todo



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